jueves, 29 de diciembre de 2011

La insoportable levedad de enero

Ahora, en la soledad de su cueva, cuando ya la totalidad de la ciudad le pertenece, simplemente porque ella no representa un peligro ya que debía estar en Córdoba con su familia, esperando pasar las fiestas y luego zarpar para alguna playa en enero, tal como es, fanática de la playa, como si hubiese sido moldeada en arena y nacida para estar ahí, en su hábitat natural, despojado de su dueña por la fatalidad de haber nacido en las sierras, donde ahora reposaría en una hamaca paraguaya como la que él tiene en el patio y desde donde siente la libertad de la ciudad y, al mismo tiempo, la invasión de una ausencia, un peso significativo no demasiado identificable, una nube a la que suele ahuyentar a pajas, pero que no siempre logra disipar del todo, sino más bien todo lo contrario, como si de la nube se desprendiera una capa tenue, una cáscara débil que tiene como objeto ocultar la verdadera cara de la tormenta, la de ella diciendole desde arriba que le gusta ver su cara al acabar y desaparece en dimmer, dejando caer la soga mientras él mira el cielo por un agujero en su cueva y se queda quieto porque tanta libertad le resulta insoportable.

2 comentarios:

  1. Dani, muy bueno.
    Me gusta como escribis, sos un "CAPO".
    Que orgullo el mio de ser parte de la Familia.

    ResponderEliminar
  2. dos cosas:
    1- dice Saer que febrero es el mes irreal. Coincido, pero enero es la antesala del infierno, la preparación espaciosa del segundo mes, que se instala definitivo,sobre el verano.
    2- me gusta saberlo en Chile o en Buenos Aires, para que la Plata no amenace el peligro sobre la plaza y pueda tomarme un este 10 sin complicaciones.
    saludos!

    ResponderEliminar