martes, 10 de mayo de 2011

Siglo


A mi abuela Hermelinda.
1911-2011

De aquí no me llevo nada, porque nunca tuve nada
y hasta eso perdi.
Pedro Lemebel

Ciruelo de mi puerta,
si no volviese yo,
la primavera siempre
volverá. Tú, florece.
Tradicional japonés


Tus ojos grises como espejo del
desahucio de un siglo
sembrado
en los surcos de tu cara.
De tus entrañas fértiles
brotaron angelitos,
gauchos fuertes, mujeres incansables
que gastaban sus manos
frotando pañales descartables,
limpiando la mugre ajena,
esparciendo su ternura errante
entre polvaredas de provincia.

¿Qué te rescata de mi olvido?
¿El candil ceniciento que se apagó
a eso de las ocho y media?
¿La liviandad de panadero que se adosó
a mi espalda todo el día?
¿La raíz ancestral separada de mis pasos?
¿La despedida quieta en el cemento?
¿La inexactitud de mis ahogadas palabras?

La pampa, hembra como vos,
te estará envolviendo ahora,
entrigando tus escombros,
etimologia sanguínea que se
desvanece
como casi todas las cosas,
como el horizonte de tu puerta,
como la azada quieta
para siempre
en el galpón de las herramientas.